- “Bach a la vista” se presenta en la Sala Mayamax.
Mérida, Yucatán, 24 de octubre de 2014.- El potencial expresivo de la
flauta transversa y el piano quedó manifiesto en el emotivo recital “Bach a la
vista”, en el que las interpretaciones de Joaquín Melo e Irina Decheva llevaron
al público a través de la música del siglo XIX y XX escrita para esos
instrumentos.
Como parte de las actividades del Festival Internacional de la Cultura
Maya (FICMaya) 2014, y para concluir un ciclo en el que el piano tuvo papel
protagónico en el acompañamiento, la noche del jueves se realizó la
presentación del flautista principal de la Orquesta Sinfónica de Yucatán (OSY)
y la ejecutante oriunda de Bulgaria.
El programa, dividido en dos segmentos, hizo un recorrido por variadas
piezas que dieron cuenta de la amplia gama de matices que pueden recrearse con
tan solo dos instrumentos.
Al inicio de la velada, que tuvo lugar en la Sala Mayamax del Gran
Museo del Mundo Maya de Mérida, con Melo en la flauta y Decheva al piano, se
escuchó de forma destacada la Sonata de Hamburgo, composición de tonos
melancólicos, apacible, que permitió al auditorio deleitarse nota a nota.
Nacido en Bogotá, Colombia, el intérprete ha tenido intervenciones
internacionales en países como Alemania, Austria, Hungría, Japón y Perú. Desde
hace más de una década radica en Yucatán, mientras que la artista, procedente
de Bulgaria, es fundadora del Concurso Nacional e Internacional de Piano “José
Jacinto Cuevas”, y también reside en la entidad.
Para concluir la primera parte de la función, dieron paso a una creación
de principios de siglo XX basada en el folclor argentino, particularmente en el
ritmo del chanamé, así, el virtuosismo de ambos músicos invitó a volar la
imaginación con una melodía suave, de contrapuntos muy finos, que finalmente
desembocó en un alegre responsorio.
Ante cerca de 300 personas, la segunda mitad del recital prosiguió con
una suite de cuatro movimientos, en la que el ambiente del romanticismo
decimonónico adquirió inusitada actualidad, con marcado acento en los silencios
y poderosos arranques del piano.
Entre cada pieza, Joaquín Melo explicó el origen de las mismas e hizo
breves apuntes sobre la naturaleza de las composiciones, de tal suerte que los
espectadores tuvieron mayores referentes para disfrutar de la música.
El momento culminante de la noche llegó con la “Fantasía pastoral
húngara”, partitura en la que la armonía dejó en claro que el arte se expresa
más allá de las palabras. Con evocaciones de canciones gitanas y ritmos propios
de la Europa oriental, los asistentes fueron llevados por paisajes sonoros de
innegable belleza, lo que al final hizo entregarles prolongada ovación a los
intérpretes.
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